Cartagena

Con el paso del tiempo cambia la situación familiar, y lo que era un dormitorio preparado para estudiar plagado de recuerdos se convierte en un dormitorio de invitados. Pero para sacarle el máximo partido… ¿por qué no darle un uso de estar en el  día a día?.

En primer lugar  hicimos una valoración de qué aspectos eran claramente mejorables, cuáles eran las expectativas de la familia, gustos etc. Aquí veis una foto de la situación inicial:

 Solamente el cambio de la ventana y la sustitución de la cajonera de persiana (hasta ahora de obra) por una compacta iba a suponer un cambio importante.

Se decidió cambiar la cama por un sofá cama de matrimonio,  el escritorio de estudio por una mesa-aparador para un portátil ocasional, despejar la pared de la derecha para favorecer la  entrada de luz, simplificar texturas y colores, buscar un acabado más ligero, más armónico, que diera más sensación de amplitud.

Como condicionantes con los que contar: mantener de alguna forma el color naranja (aunque cambiamos el tono) en combinación con acabados en madera presentes en toda la vivienda y tener en cuenta la necesidad de almacenaje del dormitorio.

Aquí tenéis el resultado:

Para llegar a él: un estudio de acabados imprescindible.

Partiendo del tapizado del sofá fuimos eligiendo el color de las paredes, el empapelado del zócalo que hará las veces de cabecero,  el tejido del estor, de la alfombra… e incluso del plaid que nos enamoró y convenció de lo bien que iba a quedar todo lo elegido.

Un acierto la elección de tejidos naturales sin estampados que relajaran la vista del dormitorio. El blanco antiguo elegido da una luz muy bonita y el naranja un punto de vitalidad sin oscurecer el conjunto.