¿Y si pudiéramos tener ambas?. La delicia de compartir ese espacio tan importante en nuestro día a día manteniendo la independencia en determinados momentos. Es fácil formular este deseo. Para llevarlo a cabo hay que estudiar muy bien el mobiliario y dotar a la cocina de los espacios necesarios para que realmente funcione. De nada sirve hacer una cocina escaparate sin no va a poder funcionar como una auténtica cocina en los momentos más exigentes.
En esta ocasión La isla vertebra el funcionamiento de este espacio en dos franjas: trabajo y almacenamiento, conecta directamente con la zona de comedor del salón. Para ello se ha dividido el cierre acristalado en tres partes, dejando la central fija coincidiendo con la isla.
La combinación de materiales, blanco y madera en muebles laminados, encimera de Silestone Blanco Maple junto con un suelo decorado en alfombra hacen de este espacio un lugar muy agradable, alegre y desenfadado en el que aterrizar al llegar a casa.